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sábado, 7 de febrero de 2015

El cerebro y el arte, terapia de la emociones

 Cuadro de Anthony Brunelli "El Arno al atardecer" expuesto en el Museo
Thyssen Bornemisza de Madrid.EFE/Zipi
Quedarnos absortos delante de un cuadro, cerrar los ojos al sonido de una melodía, dejar caer una lágrima con los créditos de una película, el arte entra en nuestras emociones para producirnos una reacción, cuyo origen se encuentra en la interpretación del cerebro sobre el mundo físico, de la que depende nuestra consideración sobre la belleza.

Ante un mismo cuadro, miles de personas lo miran de reojo, cientos de ellas se detienen a observarlo y decenas lo estudian ¿por qué un cuadro produce la reacción de un grupo de personas e indiferencia en otras?

En busca de una explicación, el doctor en psicología Guillermo Fouce destaca el grado emocional y subjetivo del arte, que según el neurobiólogo e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Javier DeFelipe, se encuentran en la interpretación que el cerebro hace del mundo que le rodea, donde no existe la belleza, sino sólo la visión del cerebro sobre lo físico.

“La interpretación de lo bello es un análisis que el cerebro hace de lo que ve, en función de unos circuitos desarrollados a partir de la evolución y la cultura”, destaca DeFelipe.

En esta interpretación, el componente racional se encuentra en la influencia sobre nuestro concepto de arte, que surge de lo que sabemos o hemos leído acerca de la obra, mientras que las emociones aparecen cuando la obra rompe nuestro equilibrio interno, para no sernos indiferentes y movilizarnos hacia el placer o el rechazo.

La terapia artística de lo bello
Nota a nota. Letra e instrumentos. La música es un arte en el que los ámbitos racional y emocional se combinan para generar un estado de ánimo.

“Con los tres elementos de una canción; ritmo, melodía y letra, se puede trabajar en prevención, terapia e intervención de varias patologías”, señala Guillermo Fouce.
Las emociones surgidas de la letra de una canción, el ritmo de una sinfonía o los trazos de un cuadro permiten a los profesionales en psicología trabajar con personas que padecen:La música, al igual que otras formas artísticas, se abre camino a través de nuestras emociones y las modifica, mediante una capacidad, que según añade el doctor en psicología, tan sólo es propia de unos pocos instrumentos como la palabra, el arte y los fármacos.

*Esquizofrenia, cuyos pacientes suelen mostrar grandes dotes para la pintura.
*El dibujo permite a los niños traumatizados expresar lo que les está ocurriendo.
*En personas con depresión, el arte se utiliza para alcanzar un estado de relajación y disfrute.

Estos efectos positivos derivan de la capacidad de lo bello para provocarnos emociones y relajarnos, lo que tiene su origen en su propia creación por parte del ser humano, quien es “el autor de la moral, la música y el arte, de todo aquello que le produce placer intelectual”, explica Javier DeFelipe.

La evolución del cerebro y el arte
Para llegar a producirnos placer, rechazo o relajación, la interpretación que el cerebro realiza sobre una pintura supone un largo proceso, desde la retina al cerebro, en el que la información se transforma a partir de pasos intermedios hasta activar las zonas relacionadas con la interpretación del arte, como la corteza parietal y la corteza prefrontal.

“Cuando lees u oyes música, se activan zonas de recompensa del cerebro que están relacionadas con funciones como satisfacer el hambre o el sexo”, explica el investigador del CSIC.

Ello nos genera un bienestar que se aleja de la función biológica de lo bello, como elemento para conseguir aparearse, y se acerca a un placer intelectual, que si bien no es necesario vivir,rodea todo nuestro mundo.

La interpretación del contexto exterior y de la belleza subjetiva que lo compone depende de conexiones cerebrales, en las que interviene nuestra educación y el entorno que nos rodea, hasta el punto que, como señalaba Ramón y Cajal, “todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”.

Por ello, la posibilidad de influir en nosotros de lo que consideramos como bello depende, según Javier DeFelipe, de un entorno que ayude a disfrutar de la música y la lectura, a lo que el profesor Fouce añade la adaptación del arte a cada persona, sus conocimientos y su pasado.

Estos dos elementos, contexto y biografía personal, es lo que determina la capacidad de un cuadro o una melodía para relajarnos o actuar como una terapia, ante lo cual cada persona puede educar su inteligencia artística “como si fuera un músculo, ya que si no se practica, se atrofia”, advierte el doctor Guillermo Fouce. (EFE)

sábado, 9 de agosto de 2014

La inutilidad del sufrimiento

EFE/David de la Paz
EFE/David de la Paz
¿Alguna vez pensamos con qué facilidad sufrimos? ¿Cuánta vida se nos escapa sufriendo?  ¿Cuánta energía desperdiciamos?  ¿Cuántas ilusiones y esperanzas tiramos? ¿Cuántas alegrías ahogamos? La psicóloga María Jesús Álava Reyes analiza la inutilidad del sufrimiento en un artículo para Efesalud
por María Jesús Álava Reyes

¿Alguna vez pensamos con qué facilidad sufrimos? ¿Cuánta vida se nos escapa sufriendo?¿Cuánta energía desperdiciamos? ¿Cuántas ilusiones y esperanzas tiramos? ¿Cuántas alegrías ahogamos? La psicóloga María Jesús Álava Reyes analiza en un artículo en Efesalud la “inutilidad del sufrimiento”

Hablar de la inutilidad del sufrimiento puede parecer a algunas personas una provocación. Afortunadamente, cuando explicamos las claves en las que la psicología positiva del siglo XXI basa sus postulados, pasamos del rechazo inicial a la aceptación plena.
La realidad es que, sin darnos cuenta, repetimos conductas, rutinas, costumbres, hábitos…. Formas de actuar que, inexorablemente, nos hacen sentirnos mal, pero que se nos antojan imposibles de evitar.

Qué recursos nos ofrece la Psicología para evitar el sufrimiento inútil
Entre otros, destaca la TERAPIA RACIONAL EMOTIVA, que sostiene que “las personas crean y destruyen sus propias emociones”.

Vamos a intentar ayudar, en la medida de lo posible, a ver la vida con más realismo, con más ánimo, con más ilusión, con el convencimiento de que podemos controlar nuestra propia vida y de que lo podemos hacer sin requerir ningún cambio milagroso a nuestro alrededor.

Para ello veremos que lo importante no es “lo que nos pasa”, lo crucial es lo que pensamos en cada momento. El pensamiento es previo a la emoción, y ese pensamiento es el que nos hace sentirnos bien o mal. Este hecho explica por qué las personas que han vivido o presenciado un mismo hecho experimentan emociones muy diferentes ante él: unas pueden sentirse desgraciadas, otras afortunadas, otras indiferentes…
¿Cómo actuar en situaciones límite?

Es lógico que algunas personas piensen que es imposible no sufrir ante determinados hechos: muerte de un ser querido, enfermedades graves, accidentes, “situaciones límite”, catástrofes naturales… Y, por supuesto, ¡tienen razón!, pero ¡no nos equivoquemos!; una cosa es el sentimiento absolutamente natural, espontáneo y humano que experimentamos ante situaciones dramáticas, y otra muy distinta es el pozo en el que caemos cuando parece que solo hay un camino: el de bloquearnos, sumergirnos y dar vueltas ininterrumpidamente a unos hechos que ya no tienen marcha atrás.

No buscamos el endurecimiento de las personas–¡todo lo contrario!–, pero la sensibilidad no consiste en sufrir y sufrir, sin posibilidad de superar el sufrimiento, o dejar de luchar ante los acontecimientos hostiles o difíciles, ni hundirse ante la adversidad o “tirar la toalla” en los momentos en que parece no haber esperanza.

La sensibilidad engrandece al ser humano, y acompaña a las personas auténticamente privilegiadas.

Reiteramos que lo importante en nuestra vida son los pensamientos, no los acontecimientos, pero¿cómo podemos controlar lo que pensamos?
Cómo conseguimos el control de nuestros pensamientos
Siendo conscientes de nuestros pensamientos automáticos y cambiándolos por otros más objetivos y realistas.

A nuestro cerebro le podemos enseñar y le podemos entrenar para que descubra los pensamientos racionales y los diferencie de los pensamientos automáticos y muchas veces irracionales.
Otro punto esencial será desarrollar de nuevo la capacidad para ilusionarnos.

Definamos nuestras ilusiones
¿Nos hemos preguntado qué les falta a las personas que se sienten infelices o agotadas, a las que nos dicen que ya no pueden más?¿Qué nos falta cuando nos sentimos impotentes y sin esperanzas?: NOS FALTAN ILUSIONES.

Principales errores a evitar
**Sufrir inútilmente.
**Darle vueltas a un hecho que ya ha pasado.
**No aceptar lo inevitable.
**Complicarnos la vida inútilmente.
**Expresar todo lo que pensamos.
**Creer que siempre estamos en posesión de la verdad.
**Quien siempre cree estar en posesión de la verdad demuestra una ignorancia suprema, y una arrogancia intolerable.
**Echar la culpa de lo que nos pasa a quienes nos rodean.
**Querer arreglar las cosas efectuando cambios drásticos en nuestra vida.
**Vivir las contrariedades y los imprevistos como tragedias.
**Pensar que “lo nuestro” no tiene solución.
**Dejarnos contagiar por el pesimismo reinante.
**Agotarnos física y mentalmente. Pretender llegar a todos los sitios.
**No ser conscientes de nuestros límites.
**Reglas de oro
**Creer en nosotros mismos.
**Intentar “sentirnos bien” cada día.
**Ser conscientes de que la felicidad está en nuestras manos.
**Seguir confiando en nosotros en los momentos difíciles y convertir las crisis en nuevas oportunidades.
**Tomarr distancia para ser objetivos y aprender a observar y actuar de forma racional.
**Convertir cada día en un nuevo aprendizaje.
**Ante la irritación, autocontrol.
**No insistir en los errores de siempre.
**Aprender a ser realistas. Conocer nuestras posibilidades y nuestras debilidades.
**Premiarnos de vez en cuando, y siempre que nos encontremos en baja forma.
**Aceptar que no somos dioses. (No podemos arreglarlo o controlarlo todo).
**Utilizar el sentido común.
**Fomentar el sentido del humor.
**Asumir que estamos aquí para aprender a ser felices, no para sufrir.

lunes, 13 de enero de 2014

Por qué Facebook nos hace miserables

Por qué Facebook nos hace miserables
Internet es una herramienta genial para la evolución de la comunicación y la colectivización del conocimiento, pero también es una vidriera de las más miserables conductas humanas. Desde las crudas y frías hasta las más nimias y cotidianas, como las que hacen que nuestra experiencia en una red social como Facebook se vuelva negativa. Con un poco de humor y exageración, pero con estudios científicos respaldándonos, en este artículo te contamos por qué Facebook nos hace miserables.
Allí, en ese tablón público de la vacuidad y narcisismo, todos los días pasa lo mismo: Comienza el día con la que sube la foto posando en el baño y esperando los Me Gusta de las docenas de tenaces e ingenuos pretendientes, luego está el que comparte fotografías de sus almuerzos, cenas y hasta tentempiés mostrando cuánto dinero de sobra tiene; lo sigue la que cree que si no comparte ese estado sobre la maldición de la banana rabiosa va a morir en un accidente de aeromodelismo; y cierra el primer turno de scrollingintermitente quien insiste en que el gobierno conspira contra la población a través de golosinas para niños. Los conoces porque están ahí, en un lugar que demandaría paciencia y empatía para funcionar de manera positiva. Pero estamos todos juntitos en el mismo sitio, conviviendo y tratando de quedar bien porque así queremos que nos vean, aunque al final terminamos siendo una bolsa de gatos que araña y ronronea al mismo tiempo y en todas las direcciones.
La ciencia lo dice: Facebook es nocivo
Recordemos que en enero del año pasado un estudio publicado por la Universidad Humboldt de Berlín confirmó que Facebook nos hace envidiosos

ya que la constante exhibición de vidas y sucesos fantásticos de toda nuestra lista de amigos nos hace sentir que nosotros no tenemos tanto para compartir y envidiamos sus gozosas vidas. En agosto, un estudio de la Universidad de Michigan nos dijo que Facebook nos deprimía, básicamente por las mismas razones. Obviamente, el estado actual de la psiquis humana que se siente todo el tiempo observada y evaluada y que además debe mostrarse sólida en todo momento para “venderse” mejor va a decir que no, que no te sientes ni envidioso ni deprimido, pero apostamos a que seguramente te sientes mal, incómodo y molesto cada vez que vez alguna de las actitudes y acciones que relatamos anteriormente. TechHive se mandó una linda infografía mostrándonos cómo Facebook nos hace miserablesgracias a la reproducción constante de publicaciones que nos hacen dar cuenta de lo estúpidos que son nuestros amigos y/o conocidos, lo que implica que nosotros también lo somos (un poquito).

Por qué Facebook nos hace miserables
Cosas que nos hacen felices y cosas que nos ponen mal
 Pero vamos, que en Facebook no todo es tan miserable. Obviamente hay cosas que nos generan felicidad o alegría temporal. Estas pueden ser un chiste, un saludo por nuestro cumpleaños, una fotografía simpática sobre un animal o un bebé, noticias importantes, ser etiquetado por alguien que nos gusta o reencontrarnos con un viejo amigo. El tema es que según los estudios de toda la historia de la psicología, los efectos de las cosas negativas son más duraderos y significativos, por más que queramos que no lo sean. Entonces en Facebook sufrimos con quienes nos hablan por mensaje privado intentando conquistarnos (bueno… a las mujeres sí les pasa), con quienes nos etiquetan en fotos en las que quisiéramos no estar o en esos tíos/as que recién entran al mundo de internet y nos postean fotos con frases tontas en el muro o nos hacen preguntas o comentarios incómodos públicamente.
A eso hay que sumarle el mal humor de recibir notificaciones para juegossociales, la vergüenza ajena de ver a un amigo/conocido/pariente compartiendo más de lo que debería o cometiendo todas las faltas ortográficas del español en una frase de 5 palabras. Luego hay muchas otras cosas que sumadas al final de nuestra sesión de Facebook nos dejarán con un sabor más amargo que dulce, pero al que volveremos más tarde o al otro día porque así son las cosas y en Facebook hay que estar.

Por qué Facebook nos hace miserables
Cosas que nos hacen felices y cosas que nos ponen mal

La sobre-interpretación de lo sospechosamente sobre-interpretable
Algunos estudios sugieren que la envidia es uno de los sentimientos más vivenciados por los usuarios de la red social, y por eso cuando vemos o leemos publicaciones de algunos amigos tendemos a convertirnos involuntariamente en una especie de burdos monstruos lacanianos que sobre-interpretan psicológicamente todos los verdaderos significados ocultos de las palabras y acciones de los otros.

Por ejemplo, si alguien dice “estoy en la piscina tomando sol. Le dije a Pablito que no me sacara fotos” y adjunta una fotografía en la que sale bien favorecido, la interpretación que se hace es: “Sí, soy muy linda. Y tú no, fea”. También está el que se va de viaje y publica fotografías de todas partes del mundo, en las que básicamente tu crees que te está mostrando lo desagraciado que eres por tener que quedarte en tu casa, en tu barrio y encima trabajando. Luego la pareja feliz que exagera cada encuentro, la señora que le regala todo a sus hijos, la que bendice porque su BMW llegó sin rasguños, el que te echa en cara lo exitosa de su carrera universitaria y todas las sobre interpretaciones que hacemos de las acciones de los otros porque meramente esta 
Por qué Facebook nos hace miserables
La envidia en Facebook y la sobre interpretación
Las publicaciones recurrentes que más nos enferman
Por supuesto, para cuando la experiencia en Facebook se hace lo mínimamente feliz posible como para que puedas volver a utilizarlo al otro día, empiezas a visualizar esas publicaciones recurrentes y que parecieran corresponder a un tipo particular de persona y forma de comunicar algo. Entre ellas están las de las chicas que dicen: “Soy fea, me quiero morir”cuando claramente no lo son y por ello reciben 2190123 comentarios y “Me gusta” dándole lo que ellas querían recibir: atención y halagos gratuitos. Al compás de estas están quienes abusan de las selfies y publican fotos con tomas desde todos los ángulos posibles y en todas las habitaciones de la casa en donde la luz favorezca. Entre otras conductas insoportables por lo empalagosas, están las de las personas que agradecen a Dios o a quien sea porque: el día es lindo, porque el día es feo, porque llegaron temprano del trabajo, porque el perrito por fin pudo ir de cuerpo, porque las tostadas no se les quemaron y porque encontraron un ángulo ideal para la próxima selfie con cara de pato.

Por qué Facebook nos hace miserables
Facebook nos hace miserables de muchas maneras
 Otras de las publicaciones que nos ponen de mal humor y nos hacen no querer vivir más en este planeta son las de aquellas personas que escriben:“Uy, me siento mal. Estoy muy triste” y cuando alguien osa preguntarles porqué están así, éstas le responden: “prefiero no hablar de ello”. ¿Pero para qué lo publicas, @#&$%!!!? Terrible. Nunca faltará tampoco el que hace auto-post desde Twitter, el que comparte la misma frase “genial” en cuatro redes sociales diferentes, #el #que #abusa #de #los #hashtags, la que dice que compartas el status X porque si no Y a toda tu familia, el que cree queFacebook se va a cerrar el día X, el que dice que cambien las opciones de seguridad porque si no la red social podrá espiarte, los que dicen Comparte por X, Comenta por Y, dale Like por Z y los que replican rumores, inventan conspiraciones y no tienen una lectura crítica de las noticias, comentarios e informaciones que comparten.
Pero…
También estamos tú y yo, que somos de lo peor. Siempre criticando a los demás y convertidos en ese molesto amigo de Facebook al que nunca le falta el tiempo para estar recordándole a los suyos lo estúpidos que son. Ese que en sus intentos vanos de no caer en el pozo de la tontera universal, vuelve a entrar a la red social una y otra vez más, encontrándose con el paisaje insustituible del que sin lugar a dudas ya forma parte. Bienvenido a tu graduación, mi miserable compañero de ruta. Neoteo

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