Dra. Katharine Giles |
Un cambio que ya está aquí
Nadie duda de la cruel realidad: el cambio climático existe, es culpa de la irresponsabilidad del ser humano y sus consecuencias aun no han comenzado a manifestarse en sus más terribles facetas. Desde hace ya tiempo, nuestro planeta presenta síntomas claros de la enfermedad, pero era más fácil (y más barato) eludir las evidencias que buscar una cura. Ahora el mal ya está hecho y hay que encontrar formas de convivir con lo que se nos viene, poner coto a las causas y paliar de alguna forma las consecuencias. Expertos de todas las ramas de la Ciencia están estudiando la forma de revertir este problema, pararlo o al menos no agravarlo, pero sus advertencias, consejos y medidas propuestas, no siempre son bien vistas por las cada vez más poderosas empresas, que mueven los dineros mundiales en este mundo globalizado y globalizante. Tampoco le hacen gracia a los gobiernos, dado que “hacer algo” es muchísimo más caro que “decir lo que habría que hacer”.
Nadie duda de la cruel realidad: el cambio climático existe, es culpa de la irresponsabilidad del ser humano y sus consecuencias aun no han comenzado a manifestarse en sus más terribles facetas. Desde hace ya tiempo, nuestro planeta presenta síntomas claros de la enfermedad, pero era más fácil (y más barato) eludir las evidencias que buscar una cura. Ahora el mal ya está hecho y hay que encontrar formas de convivir con lo que se nos viene, poner coto a las causas y paliar de alguna forma las consecuencias. Expertos de todas las ramas de la Ciencia están estudiando la forma de revertir este problema, pararlo o al menos no agravarlo, pero sus advertencias, consejos y medidas propuestas, no siempre son bien vistas por las cada vez más poderosas empresas, que mueven los dineros mundiales en este mundo globalizado y globalizante. Tampoco le hacen gracia a los gobiernos, dado que “hacer algo” es muchísimo más caro que “decir lo que habría que hacer”.
Seymour Laxon |
Los hechos
El físico Seymour Laxon tenía 49 años, fue profesor del Departamento de Física Espacial y el Clima de la UCL, antes de pasar al Departamento de Ciencias de la Tierra, donde fue director del Centro de Observación y Modelización Polar. Fue galardonado en 2012 por sus trabajos en la física del clima y era parte del grupo de trabajo del Dr. Wadham. Gran deportista, se cayó por unas escaleras y debido a un golpe en la cabeza, falleció el 1 de enero de 2013.
La Dra. Katharine Giles de 35 años había explorado el Ártico y el Antártico, siendo una de las pioneras en las investigaciones del calentamiento global. Estaba a punto de hacerse cargo de la gestión del Centro de Observación y Modelización Polar en la Universidad de Euston y era miembro del personal de la unidad de investigación de la UCL. Murió víctima de un aplastamiento a causa de la caída de la volqueta de un camión, mientras practicaba ciclismo, el 23 de enero.
El cuerpo del Dr. Tim Boyd, de 54 años, fue encontrado por un paseador de perros en un puente cercano a su casa en Port Appin, el 26 de enero por la tarde. En la zona se había descargado una gran tormenta que derribó líneas eléctricas y telefónicas y se cree que el académico fue alcanzado por un rayo. Este oceanógrafo estadounidense trabajó en la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas (Sams) en Oban y en el momento de su muerte integraba el grupo de UCL.
Controvertidas afirmaciones
Wadhams manifestó que estos trágicos acontecimientos “no pueden ser una mera coincidencia”. Que tres de los más comprometidos científicos que estudiaban el problema del deshielo en el Océano Ártico y el casquete del Polo Norte, hayan fallecido en menos de un mes de aquel fatídico año 2013, en lo que él llama “extrañas circunstancias”, da para pensar en algo más que una casualidad.
Las causas serían los grandes interesas económicos que se mueven detrás de el cambio climático. Hay gente que no quiere que el resto del mundo sepa lo que están haciendo realmente. Este reputado científico sostiene que desde su punto de vista, no se ha contado toda la verdad acerca de dichas muertes.
Reconoce también que en un primer momento, debido seguramente al shock que le produjo la pérdida de sus colegas, amigos y colaboradores, no se detuvo a pensar en las “coincidencias” (en el tiempo y la singularidad de los hechos) que había entre estas tres muertes tan repentinas y “fortuitas”.
Según su opinión y corriendo el riesgo de que lo tachen de “lunático” y alarmista, los tres científicos en realidad fueron víctimas de una conspiración que tiene por objetivo acallar la voces que denuncian los desmanes ecológicos que se siguen cometiendo y que no ayudan en nada al combate del cambio climático. En resumen, por más que según las autoridades competentes, estas muertes fueron accidentales y no están relacionadas, Wadhams insiste en afirmar que en realidad fueron asesinados de tal forma que pareciera que eran víctimas de desgraciados percances. El tiempo dirá si tiene razón, pero por las dudas este buen doctor debería abstenerse de salir a navegar en solitario, un deporte que le encanta, pero que puede conllevar innecesarios riesgos para su salud.
Fuente: http://www.ecoticias.com/
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