RENACE INFORMA
RED NACIONAL DE ACCION ECOLOGISTA de la Argentina
6 de mayo 2011
Del 18 al 20 de abril se realizó en Mar del Plata el Segundo Congreso Nacional de Ecología y Biología de Suelos (CONEBIOS 2), que reunió a investigadores de esas disciplinas, que comparten una misma preocupación por el deterioro del ambiente que estamos sufriendo aceleradamente. Esta posición en común se plasma en esta declaración.
A la sociedad argentina:
Quienes redactamos esta declaración somos miembros del sistema científico-tecnológico argentino y hemos participado del Segundo Congreso Nacional de Ecología y Biología de Suelos, reunido en Mar del Plata los días 18, 19 y 20 de abril de 2011. El suelo, también llamado “la última frontera biológica” es un ecosistema difícil de estudiar, del cual aún solo se conoce un pequeño porcentaje de las especies que allí habitan y menos aún sobre las relaciones que entre ellas se han establecido a lo largo de millones de años de evolución. El suelo además de ser un desafío para los investigadores, que intentan conocer quien los habita y como funciona, se ha convertido actualmente en el protagonista de acciones políticas contrapuestas. Por un lado, aquellas que reconocen la fragilidad de este sistema y buscan conservarlo, y por otro desde una posición fragmentada, se lo explota hasta el agotamiento y virtual desaparición.
Como investigadores científicos estudiamos el suelo, su ecología y sus procesos y consideramos que el conocimiento que contribuimos a generar es un bien social y como tal debe estar a disposición y en beneficio de todos. Como ciudadanos nos sentimos comprometidos con la sociedad y sus problemas y creemos que el conocimiento generado puede contribuir a analizar dichos problemas, buscar soluciones y tomar decisiones políticas en relación a ellos.
Consideramos que aunque el conocimiento científico, por su propia naturaleza y dinámica, está sujeto a constante revisión, discusión y crítica, puede realizar un aporte significativo a la hora de discutir las problemáticas sobre las que diversas organizaciones sociales nos han consultado: la relativa al uso del suelo para la producción agropecuaria y el modelo de explotación aplicado en forma preponderante en la actualidad.
En general estos tipos de usos tienden a acentuar las diferencias sociales. Es decir, mientras que por una parte se incrementan la producción y exportaciones agrícolas y las empresas maximizan sus ganancias, por la otra crecen los pueblos sometidos a pulverizaciones, empeoran las condiciones laborales de los trabajadores rurales, se pierden fuentes de trabajo y se pone en riesgo la seguridad alimentaria.
Los resultados científicos expuestos en este congreso demuestran, entre otras cosas, que:
El manejo orgánico de la agricultura produce un menor impacto en la abundancia de los ácaros del suelo (importantes microartrópodos que intervienen en la incorporación de materia orgánica al suelo) en comparación con los sistemas agrícolas convencionales tanto bajo siembra directa como con labranza convencional.
La aplicación de agroquímicos reduce la abundancia y diversidad de las comunidades de animales del suelo. Dichos animales regulan los procesos ecológicos del suelo y previenen su deterioro, tanto en su estructura y propiedades físicas como en su fertilidad.
Una proporción considerable (que puede superar el 50 %) de los plaguicidas aplicados a los cultivos hortícolas llega directamente al suelo donde puede producir efectos dañinos sobre los microorganismos (bacterias y hongos) y la fauna edáfica.
Algunos de los agroquímicos usados en los actuales sistemas dominantes de producción agropecuaria producen alteraciones en la fijación del nitrógeno y disminuyen la variedad y cantidad de hongos del suelo beneficiosos para las plantas.
Estos y otros resultados indican que el actual modelo agropecuario dominante compromete el propio proceso productivo a mediano y largo plazo y afecta negativamente la integridad y funcionalidad del ecosistema del suelo y por lo tanto compromete la sustentabilidad. Recordemos que los suelos actuales son el resultado de procesos físicos, químicos y biológicos que han actuado durante miles de años y que su recuperación ante este tipo de deterioro puede ser extremadamente lenta o inexistente, por lo cual el suelo debe considerarse a los fines prácticos como un recurso no renovable a escala humana cuando se lo maneja con prácticas equivocadas.
La actual explotación que se realiza en Argentina hace que estemos exportando los nutrientes de nuestros suelos en forma de forrajes utilizados para alimentar animales mientras padecemos problemas de nutrición deficitaria en amplios sectores de la población.
Estas preocupaciones se conjugan con las manifestadas por organizaciones de médicos[1], vecinos y productores[2] acerca de los efectos dañinos directos sobre la salud humana de muchos de los agroquímicos ya referidos, los cuales llegan a nosotros a través de los alimentos o directamente a través del aire y el agua a partir de las pulverizaciones de los cultivos.
En definitiva, en solidaridad con estos reclamos y teniendo en cuenta las evidencias científicas obtenidas hasta el momento, aconsejamos adoptar un principio precautorio con respecto al uso de los plaguicidas y otros agroquímicos. También creemos que es necesario abrir una profunda y amplia discusión acerca de las políticas públicas de fomento y planificación para tender a un modelo productivo menos peligroso para la salud tanto humana como ambiental. Como científicos estamos dispuestos a participar aportando lo que sabemos, lo que la comunidad científica internacional ha investigado y los resultados de los nuevos estudios y evaluaciones que puedan surgir como necesidad de estas discusiones.
Creemos necesario tomar conciencia de los riesgos que estamos corriendo y de la responsabilidad que tenemos para con nuestros contemporáneos y para con las generaciones futuras.
Asamblea Promotora de la Sociedad Argentina de Biología y Ecología del Suelo (20/04/2011)
No hay comentarios :
Publicar un comentario