Científicos estadounidenses han analizado la evolución en la forma –vertical u horizontal– de la pupila en 200 animales terrestres y han concluido que el ser depredador o presa es el factor decisivo que determina estos cambios en los ojos de las diferentes especies.
Según describen en el artículo publicado en la revistaScience Advances, los animales cazadores, que necesitan esconderse y saltar en el momento preciso para atrapar a su presa, tienen pupilas verticales que les permiten controlar mucho mejor la entrada de luz y así calcular la distancia que les separa de su objetivo.
Sin embargo, las presas suelen tener los ojos más a los lados de la cabeza, no tan frontales, y pupilas verticales o ‘rasgadas’. Esto les proporciona una campo de visión más amplio que sirve para vigilar las direcciones por las que puedan venir los depredadores.
Por último, los investigadores señalan que la pupila redonda de los humanos probablemente se deba a la altura. Y es que nuestros ojos están demasiado elevados como para que afecte la visión panorámica horizontal o el efecto de entrada de luz vertical.
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