(Agencia Prensa Armenia).- María Karapetyan tiene 24 años, nació en Ereván, capital de Armenia, y recientemente participó de la edición 2015 del conocido programa Master Chef, el reality que se transmite por Telefe para encontrar al mejor cocinero amateur del país.
"Desde chiquita siempre me metía en la cocina con mi mamá. Me gustaba mucho hacer cosas con las manos, mis dos papás son artistas: mi mamá borda manteles y mi papá era profesor de joyería", relata María al comienzo de la entrevista. Su paso por Master Chef, en el que quedó entre los diez mejores, no pasó desapercibido: una gran cantidad de gente "hinchaba" por ella y la quería ver ganadora.
Callada y humilde, la chica que llegó de Armenia a los 9 años se ganó el corazón del jurado y del público. Se presentó casi por azar, por iniciativa de su papá, mandando un video de ella cocinando el tradicional pan armenio "lavash". Hoy tiene su propio emprendimiento, Tashir, y participa de la organización Unión Juventud Armenia. En diálogo con Prensa Armenia, María cuenta en su casa de Valentín Alsina sus comienzos como cocinera, su paso por Master Chef, experiencia que le cambió la vida, y sus proyectos a futuro.
¿Cómo te empezaste a interesar por la cocina?
Cuando llegamos a Argentina no sabíamos español: yo aprendí por la televisión. Miraba canales de cocina para aprender español, Utilísima y El Gourmet. Ahí me empezó a interesar la cocina y aparte aprendí muchas palabras y cosas técnicas. Veía a Narda Lepes, Mauricio Asta, Osvaldo Gross, Bricolage... con mi mamá aprendí la cocina armenia y la argentina la incorporé mirando los programas. Cuando veía algo me anotaba la receta y probaba a ver si me salía.
¿Las primeras pruebas de Master Chef fueron difíciles?
Sí, fui muy nerviosa, aunque sabía lo que hacía. Hice sarmá (niños envueltos), un plato armenio, con yogurt y hummus. Ahí fue el primer contacto que tuve con los tres jurados. El último que probó el plato fue Christophe (Krywonis) y le encantó, se terminó el plato.
Christophe te quería mucho.
Sí, yo creo que sí. Yo también lo adoro, es uno de los mejores.
El jurado Donato De Santis comentó que sus hijas tienen "sangre armenia". ¿Pensás que eso te favoreció un poco?
Hay una conexión diferente, pero no, creo que no tuve ventaja.
¿Hubo algún momento difícil durante el programa? ¿Tu eliminación y vuelta?
Los miedos de la eliminación siempre están, estás jugando una prueba donde te podés ir. Pero me controlaba pensando en hacer el plato y que sea lo que tenga que ser. La primera vez que me fui, fue por los nervios. Cuando volví a entrar me di cuenta que me tenía que calmar y hacer bien las cosas.
¿Cómo viviste la vuelta?
Yo entré con un grupo que ya estaba unido, habían estado conviviendo mucho más. Fue raro, algunos me recibieron bien y otros no tanto. No les cayó tan bien la noticia. Con otros volví a afianzar los lazos que habíamos tenido la primera vez.
¿Cómo es ver el programa ahora? Por ejemplo, cuando tus compañeros hablan fuera de cámara y te critican.
Cuando cocinaba estaba en mi mundo. Es interesante cuando hablan mal de vos, quizás estás cocinando y el otro quiere que te vayas, que se te queme todo. Alejo, por ejemplo, tiene un carácter fuerte y es muy competitivo. Pero no es tan malo como se ve en la televisión. De algunos, como Mercedes, me sorprendió que hayan pensado y que hayan dicho que no estaban de acuerdo con que yo haya vuelto. Con el resto no, no hubo mala onda, solamente con ellos dos que querían que me vaya. Sebastián tampoco me quiso desde el primer momento. No le gustó que haya vuelto a entrar.
¿Sentiste mucha presión cuando fue la prueba de la comida armenia?
Yo no la conocía a Vicktoria (Karamanukian, la chef invitada en ese episodio). Cuando abrieron, dije 'acá voy a brillar'. Me puse contenta, pero a la vez tenía diez mil recetas que se me cruzaban por la cabeza y no sabía qué hacer para lucirme y no fallar.
Sarmá ya había hecho, shish no porque la situación no daba, y manti ya había hecho la otra chica armenia para entrar y no quería repetir. Hice islhí kefté, que acá lo hacen con trigo y carne. Los hice individuales para que queden más estéticos y cómodos de presentar. En el supermercado agarré los ingredientes y también masa filo pensando en hacer algún dulce, algún baklavá. Mi error fue no habérmela jugado para hacer un dulce.
El relleno del ishlí kefté estaba espectacular, pero la cobertura se me abrió porque el relleno estaba medio tibio y tiene que estar frío. Se le fue un poco el sabor a la parte de afuera. Además quise innovar un poco y le puse pomelo y limón. Me lo criticaron, fue feo. Es el capítulo que quiero borrar de mi vida, siendo armenia y no haberlo hecho bien. Estuve a punto de irme. Cristophe fue muy duro.
¿Cómo recibiste esta nueva fama?
Yo me veía bien en el programa, pero no pensé que la gente me siguiera tanto ni me tuviera tanta fe. Muchos me veían como ganadora. Igual llegué sexta. Pero me sorprendió mucho. Es lindo que te reconozcan y te feliciten, no me imaginé la dimensión que iba a tomar esto. Siempre fui yo, nunca hice un personaje, ni me hice la víctima, ni me agrandé. A los chefs los tomé con mucho respeto, aceptaba las críticas y recibía las felicitaciones.
¿Tenés algún proyecto ahora?
Sí, empecé hace unos seis meses a hacer pan lavash, el pan típico armenio que acá no se consigue y casi nadie lo hace. Lo hago en mi casa con una empleada que me ayuda. Los produzco y los reparto por pedidos. Ahora también empecé a hacer comida, sarmá, manti, porque la gente me escribe y me pide mucho.
¿Te querés dedicar a eso?
Mi sueño siempre fue tener un restaurante armenio, con comida no solamente armenia. Estaría bueno que la gente venga a comer y además pruebe lo nuestro, por ejemplo, un asado con chi kefté. En Argentina hay un montón de culturas, sería interesante integrar y que se sumen a un espacio donde se pueda compartir una comida. Ese es mi gran sueño.
¿Por qué te surgió la idea de hablar sobre el Genocidio Armenio durante el programa?
Tenía dos objetivos cuando entré al programa: el primero era probarme a mí misma y vivir una experiencia única cocinando y haciendo lo que me gusta. Y el segundo era que los armenios estén presentes este año (momento en que se cumple el centenario del genocidio) en la televisión, que la gente sepa que existimos. Espero no haber ofendido a nadie, yo creo que lo logré.
Mucha gente conoce la historia, la cultura armenia y la lucha por el reconocimiento y reparación del Genocidio Armenio por la comida. ¿Por qué creés que ocurre esto?
La comida es algo que une a las personas y a las culturas. Cuando se habla de los armenios lo primero que dicen es 'qué rica comida que tienen'. A través de las comidas, que son muy laboriosas, se puede mostrar el trabajo que a los armenios nos lleva hacer y construir las cosas.
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