Similares a los iglús de los esquimales, eficientes térmicamente y además resistentes a los sismos, unas particulares casas en el municipio de Choachí, centro de Colombia, aprovechan un material del que muchos quieren librarse: llantas de vehículos.
Cual bloques de hielo del Ártico, neumáticos abandonados en las calles de Bogotá sirven a la ecologista colombiana Alexandra Posada para construir estas originales viviendas de paredes curvas.
"Esas llantas me las regalan porque es un problema gigante deshacerse de ellas. Duran miles de años en descomponerse, lo que se convierte, en este caso, en una potencialidad", dice esta mujer de 35 años, gestora de este templo del reciclaje en su finca de Choachí, a unos 40 kilómetros de Bogotá.
Allí, grandes estructuras con cúpulas aún incompletas irrumpen en el paisaje montañoso.
"Usadas en construcción, se convierten en ladrillos virtualmente eternos", agrega Posada, mientras supervisa la obra en jeans y sombrero vaquero.
Para convertir los neumáticos en bloques, primero se los llena de tierra. "Eso crea un ladrillo de 200, 300 kilos, de mucha masa térmica", explica bajo el picante sol de la mañana, al detallar las ventajas del caucho como aislante del frío y del calor.
El proceso de construcción de estas casas, semejante al de los iglús, implica excavar el terreno. Pero en lugar de reutilizar nieve para formar los bloques, es la tierra extraída lo que sirve de relleno para los neumáticos.
Los cimientos son llantas gigantes de camión puestas de forma intercalada. Otras hileras con llantas más pequeñas se erigen luego circularmente para los muros. Para asegurar la estructura, se colocan varas de hierro atravesando los neumáticos de manera vertical, señala Posada.
Esa disposición, unida a la flexibilidad del caucho, transforma a la casa en antisísmica, argumenta.
Posada eligió tres tipos de techo para estas edificaciones: cúpulas para los dormitorios y bóvedas para la cocina, ambos hechos de mallas de acero cubiertas de cemento, y planos, de madera, para la sala comedor.
Estos últimos son cubiertos por llantas atornilladas que ofician de tejas. Además, "como el caucho no se degrada casi, impermeabiliza", asevera.
Colaboración AFP
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