Conciliar vida familiar y laboral nunca fue fácil y si no que se lo digan a muchos padres. La mayoría de ellos se sienten culpables por no dedicar a sus hijos más tiempo del que les gustaría, pero el trabajo y los quehaceres de la rutina diaria cobran un protagonismo indiscutible en nuestros días.
Falta tiempo para casi todo: para hacer deporte, para el ocio, para atender a nuestros mayores y sobre todo, para disfrutar de los más pequeños de la casa. Para disfrutar de ellos, y con ellos.
El tiempo que se pasa con los más pequeños suele ser bien poco. Según informa a EL MUNDO José Luis Guzón, director del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad Pontificia de Salamanca, el tiempo medio dedicado a los hijos está entre un 10% y un 20%. Realmente es muy poco, pero es algo totalmente comprensible por todas las cosas que tenemos que hacer durante la semana. El sentimiento de culpabilidad con los hijos es algo muy frecuente en los padres. Sin embargo, es un sentimiento normal que no debe condicionarles ni repercutirles en su vida normal. Sólo hace falta organizarse y distribuir mejor el tiempo. Y sí, poder, se puede, aunque parezca imposible.
Antes de nada es muy importante no demonizar el trabajo. Tal como aconseja Silvia Álava Sordo, psicóloga en el Centro Álava Reyes de Madrid y autora del libro Queremos hijos felices cuyos beneficios van íntegros a la asociación Nuevo Futuro, hay que enseñar a los hijos desde bien pequeños el esfuerzo y la importancia del trabajo. "Es fundamental que valoren ese esfuerzo porque el trabajo siempre va a ser un medio para conseguir un fin, para llevar una vida mejor y para realizarse uno mismo como persona, y con el que, además de pagar facturas, podemos conseguir muchas satisfacciones. Por ello, es fundamental inculcar a los hijos el valor del trabajo, y la enseñanza de que las cosas hay que ganárselas", asegura.
El sentimiento de culpa aparece porque se produce un choque entre su modelo ideal, de sus creencias y lo que hacen en realidad, explica Carme Crespo, psicóloga infanto-juvenil y docente del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). Son conscientes de la necesidad que tienen sus hijos de pasar tiempo con ellos pero se les hace imposible por la vorágine del día a día. Cuando ese sentimiento aparece, añade la especialista, la actitud hacia los hijos es de sobreprotección, queriendo ser partícipes de cada segundo de convivencia y de poder cubrir todas las necesidades de los niños, inicialmente las materiales, porque eso genera respuestas positivas de los niños al instante. Por lo general, el sentimiento de culpa suele ser más frecuente en las madres "debido a la imagen que socialmente se tiene del papel de ellas en la educación de los hijos, se sienten más responsables de su bienestar " señala.
Más y mejor tiempo
A lo largo de la historia diversos estudios han mostrado los beneficios que supone para el crecimiento de los más pequeños el que sus padres compartan tiempo con ellos. Entre ellos, mejora el clima familiar, incrementa los vínculos afectivos, fomenta el desarrollo de los hijos o aumenta la confianza y la autoestima. Precisamente este último elemento se recogió en un conocido estudio publicado en 2012 en la revista Child Development. Susan McHale, del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Estatal de Pennsylvania (EEUU) e investigadora del estudio, observó una alta correlación entre el tiempo que los padres pasaban con sus hijos y la autoestima de los pequeños.
En opinión de Guzón, el tiempo que se pasa con los hijos ha de ser intenso y de calidad, no tanto de cantidad: no se trata tanto de estar más o menos tiempo sino que los encuentros sean de calidad, ricos en comunicación y afectividad. Para ello, recomienda hacer de antemano y con previsión un hueco en el horario para que no se escape la ocasión de que los padres compartan el juego, los deberes, los momentos de ocio como compañeros privilegiados de camino de sus hijos.
Otro consejo que puede ser de gran ayuda y que se puede hacer incluso todos los días, o al menos todos los días de lunes a viernes, es hacer un trato con los pequeños. Esto es, tal como explica Álava, se trata de llegar con ellos a un acuerdo para que hagan algo y, a cambio, después los padres se comprometan a jugar un rato con sus hijos, a lo que los pequeños quieran. A veces cuesta que los pequeños hagan las cosas que queremos, que se laven los dientes, que recojan su cuarto, que vengan a cenar en cuanto se les llama, etc. y empleamos al menos 10 minutos o más insistiendo en que obedezcan. Se trata, por tanto, de cambiar ese tiempo negativo por otro positivo, explica Álava. Si los niños cumplen su parte del trato y obedecen a la primera, los padres después tienen también que cumplir su parte y jugar con ellos.
Es fundamental, insiste Crespo, compartir momentos de ocio con los niños y planificar el tiempo de antemano. Por ejemplo, organizando salidas fuera de casa, al parque, al cine, etc. Sea como sea, es muy importante que el tiempo que se esté con ellos se desconecten los teléfonos móviles y les prestemos atención a ellos. No debemos olvidar, advierte Álava, que para los niños los padres son un modelo a seguir y es clave que en el tiempo compartido se trasmitan enseñanzas y valores tan importantes como la honestidad, la gratitud, la paciencia o la amistad. "Los padres son un reflejo en el que los hijos se miran", concluye.
Consejos prácticos para padres
1- Dedicarles tiempo en exclusividad, desconectar teléfonos y trabajo para estar por ellos.
2- Es importante que en ese tiempo compartido se promuevan valores como la gratitud, la honestidad, la generosidad o la amistad.
3- Fundamental también promover hábitos de lectura, comunicación y desarrollo de emociones.
4- Planear actividades fuera de casa.
5- No asumir uno solo todas las responsabilidades de casa. Aprender a delegar, para no sobrecargarnos y poder disfrutar del hogar.
6- Permitir a los hijos espacios de intimidad y de privacidad, no siempre les apetece estar con los padres o con los adultos.
7- Permitirse (los padres) espacios de privacidad personal y de pareja. No se es peor padre por querer tener momentos íntimos. La pareja necesita y debe tenerlos. uente: ElMundo.es
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