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martes, 24 de febrero de 2015

CASUALIDADES

A los periodistas que buscan la Verdad y quieren Justicia, alguien los está hostigando

Infojus dio cuenta de un -sospechoso robo a un periodista de Anfibia que investigó el caso Nisman-Se trata de Andrés Fidanza, quien publicó una muy completa crónica sobre Nisman.
Por Juan Alonso

A las 12:27 del viernes 13 mantuve una conversación por chat. Dije que estábamos, según mi opinión, en un claro proceso de golpe. Me respondieron: “epa”.

Lo tenebroso del asunto se produjo casi una hora y media más tarde. Estaba leyendo los diarios en mi computadora y viendo el movimiento de mi blog leyendadeltiempo.wordpress.com, cuando de pronto desapareció mi firma de la nota sobre “la conexión entre Nisman, “Jaime” y Lagomarsino” por unos 30 segundos.

Una mano invisible escribió la palabra “EPA” (la misma que usó mi interlocutor un rato antes) en mayúsculas a lo ancho de la página.

Luego desapareció como llegó.
Ahora no puedo ingresar a mi cuenta de blog porque alguien alteró mi contraseña y vulneró mi seguridad.

Los expertos dicen que eso es muy posible.
Y no me extraña por los actores de esta saga siniestra.

No faltó quien me sugirió que la seguridad en la red debe tratarse con la misma seriedad que una cuenta bancaria.

Pero para mí es un blog: un canal de comunicación donde publico notas, música, comentarios y algún que otro relato breve.
El ataque informático se da en el marco de una acechanza clarísima sobre algunos periodistas que venimos siguiendo el caso Nisman más allá de la información coyuntural que surge de Tribunales.

Dos días antes, sonó el teléfono a la madrugada.
Se quedan escuchando y respiraron en la línea.
Lo hacen cada dos días.

Si el lector lee con atención mi nota del 11 de febrero, se dará cuenta de qué estamos hablando y quiénes son los edificadores del mito de Nisman como un presunto héroe de la democracia.
Y lo principal: cómo habría llegado Diego Alejandro Lagomarsino –experto en informática- al entorno del fiscal fallecido y de la mano de quién.

Ese mismo viernes, el portal de noticias Infojus dio cuenta de un “sospechoso robo a un periodista de Anfibia que investigó el caso Nisman”.
Se trata de Andrés Fidanza, quien en coautoría con Sonia Budassi, publicó en ese medio una muy completa crónica sobre Nisman.

El domingo pasado, Andrés Fidanza salió a comer algo con su novia y unos seres oscuros forzaron la puerta de su casa y le robaron 40 mil pesos. 
En la cocina, el pestillo de la puerta que había volado cuando lo forzaron estaba apoyado prolijamente sobre el lomo de un libro del atentado a la AMIA.

¿Casualidades?
Del asunto sobre mi blog están informados algunos funcionarios del gobierno, los dueños de este diario, mis compañeros de trabajo y fuentes judiciales, que voy a preservar por derecho constitucional.

Entre ellas, los consultados para realizar mi nota sobre el rol de los servicios de inteligencia y su infinito poder, que condiciona la democracia –incluso más que las corporaciones- desde 1983 hasta estos días aciagos.

Estas situaciones se produjeron con el absoluto silencio cómplice de los llamados “periodistas independientes”.
Todos ellos, lobistas de Clarín y La Nación, amigos, socios y voceros de la Patria Judicial que prepara un nuevo jaque contra el gobierno votado por la mayoría del pueblo de forma legítima y democrática.

Armaron una marcha de silencio para el mismo día en que la fiscal Viviana Fein recibirá los resultados de los estudios toxicológicos del cuerpo de Nisman. Justo el 18.
Los extraños sucesos que rodean la muerte de Nisman superan con amplitud a cualquier argumento de novela negra.

Un fiscal que iba a la embajada de Estados Unidos para pedir permiso sobre los que redactaría en sus escritos, un ser ambicioso y ególatra que admirada a los espías propios y extranjeros, una viuda que llegó a ser jueza de la mano de los mismos protectores de su difunto marido, un empleado con un salario de casi 42 mil pesos, que entregó el arma homicida con que Nisman apareció muerto de un balazo en la cabeza, y al menos tres agentes de la Policía Federal que actuaron de forma negligente.

El resultado de semejante tragedia es una vida arrebatada en las sombras.

Una vida que se convirtió en una cuestión de Estado, porque Nisman denunció nada menos que a la presidenta de la Nación y al canciller, aconsejado por su principal fuente de información que lo llamó tres veces el sábado 17 de enero, previo a que hallaran su cadáver dentro del baño del piso 13 de la Torre Le Parc de Puerto Madero.

También hay números que coinciden.

La protesta de los fiscales que piden “justicia” –especie de bomberos que le temen al fuego- se diseñó en el piso 5 de Comodoro Py 2002.
Un lugar repleto de funcionarios judiciales de carrera con trato fluido con los aparatos de inteligencia residuales que descabezó la presidenta.

Allí creció el defensor de Lagomarsino como fiscal, Maximiliano Rusconi, un hábil y experto litigante del fuero Penal Económico, ex abogado de una dupla de narcos serbios con conexiones en toda Europa y Estados Unidos, socios del Cártel de Medellín.

¿Más casualidades?
En el 5 piso del edificio de la calle 25 de mayo 11 supo trabajar la cúpula de la Secretaría de Inteligencia (SI) que Cristina, por primera vez en la historia de la democracia argentina, decidió descabezar.
Al jefe de los espías locales siempre se lo llamó en la jerga “Señor 5”.
El mismo piso de Comodoro Py donde unos pocos armaron esta nueva hoguera del infortunio.
Es todo una gran casualidad.JA/

NOTA: A los periodistas que buscan la Verdad y quieren Justicia, a aquellos que no operan como peones mediáticos de lo peor de los servicios de inteligencia, alguien los está hostigando. Alguien los está vigilando. Alguien los está acechando. Alguien los quiere acallar. Alguien se siente molesto. Quizá les jode que estos colegas quieran investigar todo lo que está pasando, sin obviar a nadie, sin hacerles el juego a abogados de narcotraficantes millonarios, ni a magistrados que fueron puestos en sus cargos por espías que recaudan de la trata y el narcotráfico. Empezaron con Andrés Fidanza, aparentemente. Ahora le tocó a Juan Alonso, editor de Policiales de Tiempo Argentino. MARTIN PIQUE / FACEBOOK/N&P

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