En muchos casos, un paseo diario de 20 minutos a paso rápido podría ser suficiente para reducir de manera significativa el riesgo de muerte temprana de la persona, según una nueva investigación realizada por casi 50 científicos de instituciones de varios países. El estudio se ha hecho sobre unos 334.000 hombres y mujeres europeos, y los resultados más impactantes son que se pueden atribuir a la falta de actividad física el doble de muertes que las atribuibles a la obesidad, y que solo un pequeño incremento en dicha actividad física, como el logrado caminando a paso apretado 20 minutos al día, podría traer importantes beneficios para la salud.
La inactividad física ha sido asociada frecuentemente con un riesgo mayor de muerte prematura, así como a un mayor riesgo de enfermedades como las cardiacas e incluso el cáncer. Aunque puede también contribuir a un índice de masa corporal (IMC) mayor y a la obesidad, la asociación de la inactividad física con una muerte prematura es independiente del IMC de cada persona.
Para medir la conexión entre la actividad física y la muerte prematura, y su interacción con la obesidad, los investigadores analizaron datos procedentes de 334.161 hombres y mujeres de todas partes de Europa. A lo largo de un promedio de 12 años, los investigadores midieron la estatura, el peso y la circunferencia de la cintura, y tuvieron en cuenta los niveles de actividad física de cada sujeto.
Los científicos encontraron que la mayor reducción en el riesgo de muerte prematura se daba al pasar del grupo totalmente inactivo al moderadamente inactivo. La diferencia entre uno y otro puede ser tan modesta como la existente entre no hacer nada en todo el día, y no hacer nada en todo el día excepto sacar a pasear al perro.
Los autores del estudio estiman que hacer cada día una cantidad de ejercicio físico equivalente a un paseo de 20 minutos a paso rápido bastaría pata trasladar a una persona del grupo totalmente inactivo al moderadamente inactivo, reduciendo su riesgo de muerte prematura en entre un 16 y un 30 por ciento. El efecto era mayor entre las personas de peso normal, pero incluso aquellas con un IMC más alto se beneficiaban.
Usando los datos más recientes disponibles sobre las muertes en Europa, los investigadores estiman que 337.000 de los 9,2 millones de muertes entre mujeres y hombres europeos son atribuibles a la obesidad (clasificada como un IMC mayor que 30): sin embargo, todo apunta a que el doble de esta cifra de muertes (676.000) puede ser atribuida a la inactividad física.
El equipo de investigación está encabezado por Ulf Ekelund, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido. Por parte española, incluye a científicos del Instituto Catalán de Oncología en Barcelona, la Escuela Andaluza de Salud Pública, el Instituto BIODonostia en el País Vasco, el CIBERESP, e instituciones en Asturias, Murcia y Navarra. (NCYT)
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