Una de las muchas preocupaciones de los padres respecto a sus hijos es la educación alimenticia. Esto no es un problema mientras vivan bajo el mismo techo, pero la preocupación trasciende esta etapa y se centra en cómo se desarrollarán sus hábitos cuando vivan solos por primera vez.
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Sin embargo, hay algunos comportamientos relacionados con la comida y la nutrición que se pueden reforzar para que los pequeños se vuelvan al menos un poco más conscientes y que esta enseñanza prevalezca cuando crezcan.
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Sin discusiones
Los padres deben influenciar qué se sirve y cuándo, pero se debe dejar que los niños decidan cuánto. Cuanto más se expongan a la comida y cuanto más se alimenten sin una pelea de por medio, más lo disfrutarán.
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Con calma
Muchas veces uno se precipita hacia la comida, lo que deriva en comer muy rápido, acortar los tiempos de sobremesa, conversar menos y disfrutar menos. Incluso, un minuto de silencio o cinco respiraciones profundas antes de comer pueden cambiar la sensación de la comida, ya que se realiza en mayor estado de relajación.
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Hablar sobre nutrición
Es importante enseñarle a los niños por qué necesitan proteínas, las ventajas de comer comidas de distintos colores, los beneficios de las grasas saludables y por qué el azúcar puede ser dañino. El discurso debe ser conciso y adaptarse a las edades. Los niños pasarán más tiempo comiendo lejos de sus padres que con ellos.
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Comidas integrales
Desde el momento en que empiezan a comer sólidos, y nada de azúcar o colorantes artificiales. Según Platón, “El comienzo es la parte más importante del trabajo”.
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Enseñarles a cocinar
Hay que abarcar desde los cuidados que deben tener cerca de los fuegos hasta cómo dominar un cuchillo. Luego, enseñar cómo cocinar saludable.
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Ser consistente
Es más fácil decirlo que hacerlo en cualquier aspecto de la maternidad, sin embargo, es muy importante al establecer hábitos de alimentación. Crea reglas familiares sobre los tiempos de las comidas, como la frecuencia de los postres, los snacks aceptables y quién es responsable de las comidas. Luego, aplícalas siempre.
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Cenar en familia
Por lo menos una vez por semana hay que cenar en familia. Varios estudios demuestran que comer juntos hace que una familia sea más cercana, fomenta la comunicación, expande el vocabulario y desarrolla hábitos alimenticios saludables.
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Incluir proteínas
Es sorprendente lo que las proteínas pueden hacer para el humor de un niño, para la energía y la habilidad de concentrarse. Sin mencionar que este nutriente ayuda a la construcción del cerebro, la piel, el pelo y las uñas.
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Redefinir celebraciones
Estas ocasiones son un tiempo para pasarla bien con la familia y los amigos, participar en actividades divertidas o ser activos todos juntos, no solo una oportunidad de consumir mucha comida y bebida. Cuando los niños son adolescentes y ganan competencias deportivas, o cuando son adultos y reciben una promoción, ellos entenderán que la comida no debe ser el centro de toda celebración.
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No ser muy estricto
Está bien pedir unas pizzas . Siempre se puede comer una rica ensalada de frutas en la mañana siguiente. Fuente: Observa
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