Pilas, tapones, tornillos, monedas... Son muchos los objetos que ejercen una atracción casi mágica en los más pequeños, quienes no dudan en metérselos en la boca y, en muchas ocasiones, por accidente, acaban tragándoselos.
Si el artículo no tiene salientes puntiagudos o cortantes, la mayoría se elimina sin más. No obstante, en algunas situaciones se hace necesaria una intervención quirúrgica. En este texto se detallan pautas de prevención que deben tomar progenitores, cuidadores y fabricantes en torno a los menores de cinco años y cuáles son las medidas que hay que adoptar ante la ingestión de un cuerpo extraño.
Canicas, la goma de un lápiz, el tapón de un bolígrafo, clips, monedas, botones e incluso alfileres, imperdibles y tornillos de puntas afiladas se cuentan entre los innumerables objetos que un niño puede llegar a tragarse. La ingestión de cuerpos extraños es un accidente frecuente, sobre todo en menores de cinco años, por la curiosidad innata de esta etapa infantil. A pesar de que la mayoría de cosas que ingieren suelen eliminarse de forma espontánea, mediante las heces y en el plazo de una semana, se estima que el 1% de los casos precisan intervención quirúrgica.
Tragarse pilas de botón
Algunas veces, los objetos que ingieren los pequeños provocan problemas, más que por su tamaño, porque pueden liberar elementos tóxicos, como sucede con algunas pilas de botón. En el artículo 'Prevención de ingestiones de baterías: un análisis de 8.648 casos' publicado en Pediatrics, revista de la Academia Americana de Pediatría, se alerta del peligro potencial que suponen en los niños las pequeñas baterías tan habituales para uso doméstico. Si quedan colocadas en el esófago, pueden lesionar de forma grave los tejidos en solo dos horas y provocar, a largo plazo, perforación, fístula traqueoesofágica o estenosis esofágica, entre otras consecuencias. Por este motivo, los especialistas aconsejan acudir a un centro sanitario ya que, a menudo, se hace necesario extraerlas.
Este estudio ha logrado esclarecer de dónde obtienen las pilas que después se tragan. Así, los menores de seis años las consiguen: en un 62% de las veces, directamente del producto; en casi un 30%, estaban sueltas por casa; y en un 8,2% del embalaje de la batería. De los pequeños que ingirieron la batería más peligrosa para su salud, la pila de litio de 20 mm de diámetro, en un 37,3% estaba en los mandos a distancia.
No obstante, los adultos no están exentos de sufrir estos accidentes. De hecho, también ingieren sin querer estas baterías, ya sea directamente de un producto, a partir de sus envases, o se las tragan usando la boca para manipular los audífonos. Este último caso, según los investigadores estadounidenses, representa un 36,3% de todas las ingestas de pilas. De la misma manera, en un 15,5% de los casos, son ancianos que las confunden con píldoras.
Cuando un niño se traga un cuerpo extraño
Cuando un niño ingiere un objeto, dependiendo de su tamaño, puede quedar una sensación de malestar en el esófago que remite poco a poco, entre el cuello y el abdomen, pero que no impide tragar alimentos. Otras veces, debido a que el cuerpo extraño es puntiagudo, puede quedarse alojado en algún punto del tubo digestivo, como sucede con las espinas de pescado que provocan molestias localizadas.
Si el objeto es de gran tamaño, "puede atascarse en el esófago: si es en la parte superior, el niño babeará de forma exagerada, ya que tendrá dificultades para tragar la saliva. Si el cuerpo extraño queda alojado en la parte inferior del esófago, en la entrada del estómago, puede provocarle vómitos y dolor en la zona, sobre todo, al tragar alimentos sólidos", según Anna Soriano, pediatra de atención primaria. Si se aloja en la salida del estómago, donde se encuentra la válvula inferior que lo conecta con el duodeno (píloro), puede producir dolor de barriga y vómitos si permanece mucho tiempo ahí. Es probable que si el objeto pasa por el esófago hasta el estómago sin atrancarse, atraviese todo el tubo digestivo sin dar mayores problemas y se elimine con las deposiciones a lo largo de una semana.
Aunque los objetos punzantes, como los alfileres, preocupa mucho a los progenitores, es muy poco frecuente que estos ocasionen una perforación en el sistema digestivo, ya que, debido a los propios movimientos intestinales, suele quedar la parte punzante contraria a la progresión del intestino.
Cuando un niño ingiere, o se cree que ha ingerido, un cuerpo extraño, hay que vigilar si tiene dolor, náuseas o vómitos, además de examinar las heces para verificar que se elimina. En ocasiones, puede provocar sangrado en la zona del recto o del ano.
Algunas veces, explica Soriano, sobre todo si el objeto es metálico, y hay síntomas de malestar en el pequeño, será preciso realizar radiografías para localizarlo. En otras ocasiones, será preciso someter al menor a una endoscopia para examinar esófago, estómago y primer tramo del intestino delgado (esofagogastroduodenoscopia) para extraer el objeto. En casos graves, será necesario cirugía para extraer el objeto.
Prevención: progenitores, cuidadores y fabricantes
Los especialistas recomiendan a progenitores y cuidadores de niños que sean precavidos y que instruyan a los más pequeños sobre la peligrosidad de algunas acciones. Hay que educar a los menores en edad escolar para que eviten introducirse material de pequeño tamaño en la boca.
También hay que tener en cuenta que con los niños de menos de cinco años hay que evitar juguetes que contengan piezas pequeñas; mantener las pilas de botón u objetos que las contienen fuera de su alcance, incluso las usadas y reciclables; y cerciorarse de que la tapa de las baterías queda bien cerrada y asegurarla con cinta adhesiva.
De la misma manera, los autores del artículo citado con anterioridad apuntaban que es necesario que los fabricantes rediseñen los productos para el hogar a prueba de niños, que se haga difícil sin herramientas extraer las pilas de botón. Fuente: Eroski Consumer
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