Uno de cada cuatro adultos en Reino Unido padece obesidad y las previsiones elevan la cifra al doble para 2050, según la Real Academia de Médicos del país. A la luz de estas alarmante cifras, conviene buscar a los culpables que están propiciando la expansión de una enfermedad que se propaga vertiginosamente en los países desarrollados.
Los profesionales de la salud lo tienen bastante claro y dirigen el dedo acusador hacia el azúcar, al que ya se refieren como "el nuevo tabaco del siglo XXI".
Basta con examinar algunos productos que se ingieren con relativa frecuencia para entender este alarmismo. Una lata de tomate frito de 300 gramos contiene cuatro cucharaditas de azúcar, un Frapuccino de caramelo con nata, once, una lata de refresco de cola, nueve… Y lo peor de todo, ni los productos promocionados como desnatados o 0% de materia grasa se libran de esta lacra. Uno de esos yogures, "disfrazados de saludables", contiene hasta cinco cucharaditas.
Un estudio realizado por la organización "Action on sugar" que opera en Reino Unido y EE.UU., destaca que incluso productos salados de los que nadie sospecharía como especialmente nocivos contienen altos niveles de azúcar. Según esta asociación, las firmas de alimentos deberían ser capaces de reducir la cantidad de azúcar que se añaden a los productos entre un 20 y un 30 por ciento dentro de tres a cinco años, eliminando 100 calorías al día de la dieta típica.
«Esto sería suficiente para detener o incluso revertir los crecientes niveles de obesidad y los problemas de salud asociados. Ahora tenemos que hacer frente a la epidemia de obesidad, tanto en el Reino Unido como en todo el mundo. Debemos iniciar un plan coherente y estructurado para reducir lentamente la cantidad de calorías que consumen las personas eliminado poco a poco el azúcar añadido de los alimentos y bebidas no alcohólicas, para que los consumidores no lo noten», declaró Graham MacGregor, profesor en el Instituto Wolfson de Medicina Preventiva de Londres y presidente de «Action on Sugar».
Además del gran riesgo que existe en cuanto a la propagación de la obesidad, el cardiólogo Aseem Malhotra recalca que el azúcar incrementa el riesgo de padecer diabetes independientemente de si la persona padece sobrepeso o no. "El azúcar añadido no tiene ningún valor nutricional y no causa sensación de saciedad. Son calorías vacías".Para disuadir al consumidor y evitar que caiga en las siempre tentadoras garras de la «comida basura", ésta debería recibir un tratamiento similar al del tabaco, según el presidente de la Academia de Médicos, Terence Stephenson. «Eso incluye la prohibición de los anuncios y una reducción del marketing». Además propone aumentar los impuestos que gravan las bebidas gaseosas y azucaradas hasta que el precio se incremente en un 20 por ciento para «impulsar a la gente a beber otras cosas más saludables», indicó Stephenson.
El británico medio consume 12 cucharaditas de azúcar al día y en algunos adultos se dispara hasta 46. La ingesta máxima recomendada por la Organización Mundial de la Salud es de diez.
Por supuesto, la industria alimentaria se escuda en que los azúcares son hidratos de carbono, que se requieren en la dieta, por lo que apuntan a la reducción de ingesta de caloría comiendo menos, pero no encuentran ningún motivo por el que se deba disminuir la cantidad de azúcar.
«Los azúcares se consumen como parte de una dieta variada y equilibrada y no son una causa de la obesidad, a la que no existe una solución sencilla o única. El azúcar que contienen los alimentos está perfectamente detallado en la etiqueta, por lo que todo el mundo puede ver qué contiene los productos que compra. La industria ha trabajado para reducir los niveles de sal y grasas saturadas, pero no hay evidencia de que los azúcares son especialmente perjudiciales», replicó la Federación de Alimentos y Bebidas.
ABC Salud
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