Artículo, de Psy’n'thesis, blog del doctor en psicología Antonio Crego, que recomendamos por su interés.
Como ocurre muchas veces en la explicación de los fenómenos psicológicos, las relaciones entre pobreza y salud mental siguen por desgracia una lógica circular, de tal modo que las condiciones socioeconómicas adversas incrementan el riesgo de experimentar problemas psicológicos, a la vez que la enfermedad mental implica un mayor riesgo de exclusión social.
Catherine DeCarlo, investigadora de la Loyola University Chicago, y sus colaboradoras, han llamado recientemente la atención sobre este hecho en un estudio de revisión, donde además señalan algunos de los factores que inciden en la perpetuación de esta asociación entre pobreza y enfermedad mental.
El campo (de la salud mental) debe hacer progresos en lo que se refiere a extender los tratamientos eficaces en aquellos contextos comunitarios que llegan a las poblaciones desfavorecidas. Como parte de este esfuerzo, los clínicos y los proveedores de servicios deberían ofrecer tratamientos basados en la evidencia con flexibilidad y sensibilidad hacia el alto grado de estrés que a menudo encaran los individuos con bajos ingresos y sus familias. Es necesario un compromiso intensivo para conseguir la confianza inicial y el enganche a los servicios de salud mental en esta población. También, el compromiso continuado y la sensibilidad a los aspectos culturales puede contribuir a su retención en los servicios de cuidados. Además de que los clínicos reciban apoyo y entrenamiento para emplear tales estrategias, los sistemas asistenciales pueden formalizar tales esfuerzos para tener un alcance más amplio.” (DeCarlo et al., 2013)
El artículo, de Psy’n'thesis, blog de Antonio Crego, doctor en psicología, se puede leer aquí.
domingo, 1 de diciembre de 2013
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