Según datos de la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2009 realizada por el Ministerio de Salud, el 35,4% de la población adulta en Argentina padece sobrepeso y el 18% obesidad, entre otras causas, debido al consumo excesivo de bebidas azucaradas.
Estas infusiones proporcionan grandes cantidades de calorías vacías que no aportan nutrientes, lo que está asociado al incremento del riesgo de padecer diabetes. Por eso, la cartera sanitaria nacional sugirió en el comienzo del verano, reducir el consumo de estas bebidas para evitar futuras complicaciones en la salud, e hidratarse con agua segura.
El exceso de peso se observa también en los jóvenes de entre 13 y 15 años, donde uno de cada tres presenta exceso de peso y casi el 6 por ciento padece obesidad, tal como lo revela la Encuesta Mundial de Salud Escolar 2012 (EMSE) recientemente presentada por la cartera de salud.
“Existe mucha evidencia científica que muestra que estas bebidas no producen saciedad, por lo que su alto consumo no disminuye la ingesta de otros alimentos y, además, se incorporan calorías vacías que no aportan nutrientes”, afirmó Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación.
El funcionario agregó que “también existen pruebas que relacionan el consumo excesivo de bebidas azucaradas con un incremento del riesgo de diabetes”.
“Si bien la ingesta de bebidas azucaradas entre los jóvenes encuestados se redujo en un 6,1% respecto del año 2011, debemos redoblar esfuerzos para que los kioscos escolares ofrezcan agua y bebidas en sus variantes sin azúcar”.
Al respecto, Laspiur comentó que “estas bebidas antes se consumían en situaciones ocasionales de festejo, es decir que no eran de consumo habitual; sin embargo, con los cambios en las costumbres y el incremento de la publicidad pasaron a formar parte de la mesa diaria de las familias argentinas”.
ARGENTINA LIDERA EL CONSUMO.
Investigaciones de mercado a nivel internacional mostraron que Argentina es uno de los países que lidera el consumo mundial de gaseosas en el comercio minorista, entre los que se encuentran supermercados, almacenes y kioscos. Además, estos productos son incluidos en la alimentación de los niños cada vez más frecuentemente y a edades más tempranas, lo que puede llevar a una disminución del consumo de leche que puede derivar en una deficiencia en la ingesta de calcio.
Algunas de estas bebidas contienen entre sus ingredientes jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), un endulzante líquido alto en calorías, creado a partir del almidón de maíz.
El mismo es utilizado porque “es una alternativa más barata que el edulcorante de caña de azúcar, conserva por más tiempo el producto, suaviza la textura y retiene la humedad de los alimentos”, explicó la nutricionista Paola Bichara, del equipo del Plan Argentina Saludable.
En la misma línea, Bichara destacó que “algunas investigaciones internacionales consideran que un consumo elevado de jarabe de maíz es un posible factor de riesgo en el desarrollo de la obesidad, el aumento de los niveles de triglicéridos, el colesterol y la hipertensión arterial”.
Además de gran cantidad de azúcar, algunas gaseosas contienen ácido fosfórico y ácido cítrico, lo que produce pérdida del esmalte dentario sin necesidad de que haya bacterias en la boca, un fenómeno que se conoce como “erosión” y produce mucha sensibilidad. En esa línea, el Ministerio recomendó evitar el consumo de gaseosas y no colocarlas en la mamadera del bebé para que las consuma a cualquier hora, y señaló que si se ingieren gaseosas, luego hay que hacerse buches con agua para disminuir la concentración de azúcar y la acidez.
Recomendación
Desde la cartera sanitaria nacional se sugirió no cepillarse los dientes inmediatamente después de consumir gaseosas o cualquier dulce sino esperar 20 minutos, porque se favorece la erosión del esmalte
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