El número de jóvenes menores de 25 años que acuden a consulta por problemas de disfunción eréctil ha aumentado, como consecuencia del abuso en el consumo de alcohol, según datos facilitados por Boston Medical Group.
Esta alianza mundial de clínicas médicas especializadas en el tratamiento de disfunciones sexuales masculinas alerta sobre el incremento de pacientes ha detectado que en el último año el número de pacientes con disfunción eréctil que han acudido a alguno de los centros médicos del grupo ha aumentado un 5 por ciento.
Según esta empresa, los últimos estudios revelan que el 75,1 por ciento de los adolescentes entre 14 y 18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida, que 6 de cada 10 adolescentes se han emborrachado alguna vez en su vida y que 1 de cada 3 lo ha hecho en los últimos 30 días.
De este modo, el director médico de Boston Medical Group, José Benítez, ha asegurado que hay una estrecha relación entre los problemas de erección y el consumo de alcohol en exceso. “El alcohol inhibe el buen funcionamiento del sistema nervioso central, por lo que no se produce una correcta comunicación entre el estímulo y el cerebro, dando lugar a que el sistema circulatorio entorpezca la llegada de la sangre al pene, dificultando la erección, y por tanto la penetración y el coito”, ha explicado.
Según Benítez, unos hábitos de vida poco saludables como el abuso del alcohol, el consumo de drogas o el tabaco “tienen un impacto muy negativo en la salud general de los varones menores de 25 años” y eso, en consecuencia, afecta “también a su salud sexual”.
“Hay que tener en cuenta que, a la larga, estos malos hábitos tendrán consecuencias negativas en el correcto funcionamiento de otros órganos, ya que en muchas ocasiones la disfunción eréctil es el primer síntoma de que algo no está funcionando correctamente en nuestro organismo como problemas cardiovasculares o un funcionamiento anómalo del sistema nervioso central”, ha señalado el doctor Benítez.
En este sentido, Benítez ha recordado que el alcohol “retarda, distorsiona y enlentece la percepción y respuesta de nuestros sentidos como reflejos, visión, audición o respuesta sexual, ya que deprime el funcionamiento del sistema nervioso central”
“Esto sucede tanto en el bebedor ocasional como en el habitual, ya que es consecuencia directa de una ingesta excesiva de alcohol, con la diferencia de que en los pacientes alcohólicos estos trastornos se van convirtiendo en crónicos y en ocasiones de carácter irreversible”, ha concluido Benítez. Medical_press on Twitter
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