EXPERIMENTAN CON ROEDORES
Desde el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias de la Universidad de Buenos Aires (IFIBYNE) en colaboración con el Instituto de Investigaciones Farmacológicas (ININFA), estudian cómo contrarrestar los efectos de estas sustancias tóxicas sobre los sistemas neuronales del tálamo cerebral y así, encontrar medicamentos que reviertan el daño.
Agustina Fuertes (Agencia CTyS) - La cocaína y las anfetaminas son drogas muy diferentes que, sin embargo, comparten algo en común: el deterioro que ocasionan sobre el sistema nervioso central del adicto es inminente. Desde el ámbito científico, buscan una solución concreta que permita corregir los efectos adversos que provoca el uso abusivo de estos psicoestimulantes.
Luego del consumo, la adicción es casi inevitable. Este tipo de drogas tienen la habilidad de atravesar la barrera cerebral que divide los vasos sanguíneos del sistema nervioso central, por lo que logran alcanzar niveles muy elevados en sangre haciendo que el paciente se sienta muy activo y con una sensación de bienestar y placer que parecen ilimitados.
El especialista en neurociencias, y uno de los investigadores del CONICET a cargo de esta investigación, Francisco Urbano, explica a la Agencia CTyS que “el objetivo principal es ver qué efectos tienen esas drogas, pero ya no en el sistema motor, sino más bien en el circuito cognitivo”, un sector inexplorado durante mucho tiempo que hoy se encuentra bajo la lupa para comprender su mecanismo en relación a las llamadas “drogas duras”.
Estudiar este proceso en roedores no resulta una tarea sencilla, pero los científicos del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE) eligen esta alternativa porque los pequeños mamíferos manifiestan reacciones similares a las de los seres humanos bajo este tipo de estimulantes.
“Al analizar las neuronas en rodajas, observamos que la cocaína tiene efectos nocivos en un solo día, es decir, hace que cambie la interacción, el circuito cognitivo, y sobre todo la inhibición”, subraya el científico y asegura que el principal objetivo es entender qué ocurre en estos núcleos nerviosos, pero esta vez estudiando desde el sistema de percepción y razonamiento.
Con el fin de prevenir el deterioro cerebral, “se buscan drogas que puedan revertir el daño que se ocasiona en el cerebro”, destaca el doctor Urbano al señalar que el objeto de estudio es clave, ya que el tálamo “proyecta una zona de la corteza donde realmente se procesa la información, por lo que se ven las consecuencias en distintos sectores neuronales”.
Modafinilo: una posible terapia para prevenir efectos adversos
Los efectos de la metanfetamina pueden durar hasta doce horas. Como la droga bloquea los síntomas de fatiga, sueño y hambre, el adicto puede permanecer despierto durante varios días, provocando un gran agotamiento psicológico, físico y mental.
El consumo de anfetaminas es más común de lo que parece: este tipo de derivado del metilfenidato, a pesar de no ser muy bien aceptado por la comunidad médica, se administra en pequeñas dosis en los medicamentos suministrados a los niños con TDAH, un trastorno por déficit de atención e hiperactividad que afecta del 5 al 10 por ciento de la población infanto- juvenil.
La cocaína, sin embargo, produce un efecto muy diferente. Las secuelas en un paciente de consumo crónico son más peligrosas para el cerebro y el sistema cardiovascular. En muchos casos, el comportamiento de los pacientes se puede traducir en episodios violentos, gran agitación psicomotriz y delirios, síntomas que, en muchos casos, pueden traducirse en cuadros de esquizofrenia o psicosis irreversibles.
Por esto, en IFIBYNE intentan descifrar el comportamiento neuronal del adicto utilizando modelos animales y así determinar si los problemas de atención y percepción que poseen se deben a la alteración de las interacciones entre el tálamo y la corteza cerebral (disrritmia tálamocortical) que, generalmente, se asocia con patologías neuropsiquiátricas como el desorden bipolar o la epilepsia.
La investigación conducida por la doctora Bisagno y el doctor Urbano, se enfocó en un área de estudio determinada: los efectos del modafinilo, una droga ampliamente recetada en personas que sufren trastornos de sueño. Actualmente, el grupo de investigación ha publicado varios artículos que develaron que el rol de este medicamento es actuar como un neuroprotector sobre los daños causados por metanfetaminas en áreas específicas del cerebro, y continúan estudiando sobre animales tratados con drogas de abuso como cocaína.
El consumo de anfetaminas es más común de lo que parece: este tipo de derivado del metilfenidato, a pesar de no ser muy bien aceptado por la comunidad médica, se administra en pequeñas dosis en los medicamentos suministrados a los niños con TDAH, un trastorno por déficit de atención e hiperactividad que afecta del 5 al 10 por ciento de la población infanto- juvenil.
La cocaína, sin embargo, produce un efecto muy diferente. Las secuelas en un paciente de consumo crónico son más peligrosas para el cerebro y el sistema cardiovascular. En muchos casos, el comportamiento de los pacientes se puede traducir en episodios violentos, gran agitación psicomotriz y delirios, síntomas que, en muchos casos, pueden traducirse en cuadros de esquizofrenia o psicosis irreversibles.
Por esto, en IFIBYNE intentan descifrar el comportamiento neuronal del adicto utilizando modelos animales y así determinar si los problemas de atención y percepción que poseen se deben a la alteración de las interacciones entre el tálamo y la corteza cerebral (disrritmia tálamocortical) que, generalmente, se asocia con patologías neuropsiquiátricas como el desorden bipolar o la epilepsia.
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