La llegada de un año nuevo es aprovechada por cientos de personas para plantearse el desafío de dejar de fumar ya sea porque están preocupadas por su salud, porque le genera mucho gasto e inclusive por no sentirse excluidas de muchos espacios libres de humo
De acuerdo a la Encuesta Mundial de Tabaquismo en Adultos (EMTA) -realizada por primera vez en la Argentina por la cartera sanitaria y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)-, más de 700 mil argentinos dejaron de fumar en los últimos tres años y siete de cada 10 fumadores están pensando en dejar el cigarrillo.
“Este estudio muestra un marcado descenso en relación al último relevamiento, que se hizo en 2009 a través de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), en la que se evidenciaba un 27,1% de fumadores. Hoy, los resultados indican que el porcentaje bajó a 22,8% en la población mayor de 18 años”, destacó Mario Virgolini, coordinador del Programa Nacional de Control del Tabaco (PNCT).
En referencia a la edad en la que “convendría” dejar la adicción, Virgolini explicó que “mientras antes se deje es mejor, pero también se ven beneficios muy importantes en personas mayores o que tienen enfermedades vinculadas con el tabaco como problemas cardiovasculares o respiratorios”.
Según la EMTA, el 89,2% de las personas que dejaron de fumar lo hicieron sin ayuda; el 3,1% utilizó medicamentos; el 2,8% recurrió a alguna terapia alternativa; el 2,3% a parches o chicles y el mismo porcentaje a un servicio especializado.
“Los mecanismos por los cuales una persona fuma son múltiples e incluyen tres variables muy importantes: la dependencia biológica a la nicotina, la dependencia conductual y el componente social”, precisó Virgolini.
Y añadió que “las personas que probablemente tengan éxito al intentar dejar el cigarrillo sin ayuda son aquellas en las cuales estos mecanismos son débiles. Por ejemplo, los más jóvenes, o los que fuman menos de diez cigarrillos por día”.
En tanto, el consultor del PNCT, Alejandro Videla, describió que “las personas que fuman apenas se levantan de dormir, las que consumen más de 20 cigarrillos por día o las que fuman más durante la mañana, probablemente sufran muchos síntomas de abstinencia al dejar, con lo cual las recaídas se vuelven más probables y son las que suelen necesitar algún tipo de ayuda”.
Los tratamientos para dejar de fumar son diversos y van desde lo individual, a través de la consulta directa con el especialista – que puede incluir terapias alternativas- a lo colectivo, donde se busca el apoyo de pares para sostener la decisión.
Las dos metodologías son efectivas, dice la Guía Nacional de Tratamiento de la Adicción al Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación.
A las terapias tradicionales, como los chicles de nicotina o los parches, se sumó recientemente la “photobioactivación”, más conocida como acupuntura láser.
“Esta es una técnica nueva, encuadrada dentro de la medicina alternativa que tiene como objetivo adormecer la adicción a la nicotina”, apuntó a Télam Gustavo Bolgeri, gerente de comunicación institucional de un centro dedicado a estos tratamientos.
El especialista detalló que esta técnica “consiste en la aplicación de un láser en ciertos puntos de la cara y de la oreja que coinciden con algunos puntos de la acupuntura”.
“Al activar esos puntos mediante la energía del láser se logra por vía refleja adormecer la necesidad orgánica de la nicotina y eliminar el síndrome de la abstinencia”, agregó.
Más allá de las terapias, para quienes toman la decisión de dejar de fumar los especialistas brindan algunos consejos iniciales: eliminar cigarrillos, ceniceros y encendedores de la casa y el auto; evitar el consumo de café, alcohol, comidas copiosas y sobremesas extensas y tomar té de hierbas y bebidas gaseosas; pasar los primeros días de cesación en lugares que sean libres de humo; premiarse con un regalo el primer día; tomar abundante líquido, y tener a mano banditas elásticas, clips o cuerpos sólidos para manipular cuando aparezcan las ganas de fumar.
Los beneficios de dejar de fumar se observan inmediatamente, ya que a los 20 minutos la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la temperatura de las extremidades se normalizan.
A las 8 horas la respiración es más profunda y mejora la oxigenación pulmonar, mientras que a las 12 aumentan los niveles de oxigenación de la sangre y se normalizan los niveles de monóxido de carbono y a las 24, mejora la circulación venosa.
A las 48 horas, se normalizan los sentidos del gusto y del olfato y a los tres días sucede lo mismo con la función respiratoria y se depura casi la totalidad de la nicotina del organismo.
Los especialistas indican que entre las dos semanas y los tres meses, disminuye el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y mejora la función pulmonar y luego de los 30 días aumentan la capacidad física y la energía corporal.
A los seis meses se reducen los catarros, los resfríos y las molestias que puede haber en las vías respiratorias y, finalmente, al año, disminuyen las probabilidades de padecer accidentes cerebrovasculares e infartos.
El Ministerio de Salud de la Nación cuenta con una línea gratuita (0800 999 3040) que brinda asesoramiento para aquellas personas que quieren dejar de fumar, que funciona todos los días del año y, además, ofrece un listado con más de 400 servicios públicos y privados existentes en el país para abandonar esta adicción. Télam
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