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lunes, 1 de octubre de 2012

Revuelo científico por las ratas transgénicas

La revista Semana, de Bogotá, Colombia, publicó un informe muy
interesante acerca del resultado del análisis de las ratas alimentadas
 con un maíz genéticamente modificado, que tienen más
probabilidades de desarrollar daños severos en riñoñes y tumores
Tomado del estudio Gilles-Eric Séralini Así quedaron algunas de las 
ratas que consumieron maíz genéticamente modificado. (Foto 
Revista Semana).

 por NATHAN JACCARD
 
BOGOTÁ (Semana). “Es una hecatombe. Y dan ganas de llorar”,
concluyó el biólogo francés Gilles-Eric Séralini después de una larga
investigación en la que ratas de laboratorio fueron alimentadas con
NK603, un maíz transgénico de la multinacional estadounidense
agroalimentaria Monsanto. Los resultados, publicados en la revista
especializada Food and Chemical Toxicology, son preocupantes:
tumores, necrosis de hígado, insuficiencias renales y reducción de la
expectativa de vida.

El estudio se extendió sobre más de dos años y 200 ratas divididas en
9 grupos, que comían en mayor o menor medida maíz transgénicos.
Por sus dimensiones, su ambición y sus alcances, muchos científicos
consideran que la investigación es verdaderamente revolucionaria. Es
ni más ni menos, el primer estudio en el que se prueba que los
organismos genéticamente modificados (OGM) tienen una
consecuencia sobre el organismo.

En su portada la revista francesa Le Nouvel Observateur afirmó que se
“pulveriza una verdad oficial: la inocuidad del maíz genéticamente
modificado”. Según escribieron, si el maíz fuera un medicamento, no
pasaría las pruebas que autorizan su venta y tendría que ser
suspendido a la espera de nuevas investigaciones.

Las diferencias entre las ratas que consumían OGM y las que no,
empezaron a verse al cabo de un año. Entre las ratas de sexo
masculino, se constató que las congestiones y las necrosis del
hígado son entre 2,5 y  5,5 veces más frecuentes. Estas sufren
también de 1,3 a 2,3 veces más insuficiencias renales graves. En
el grupo de las ratas de sexo femenino se evidenciaron enormes
tumores que llegaron a tener el tamaño de una bola de ping-pong y
a representar el 25 por ciento del peso del animal. La probabilidad
de que desarrollaran estas deformidades fueron de dos a tres veces
superiores al resto de los roedores.

Los gigantes de la distribución francesa Auchan y Carrefour, que
prefieren evitar cualquier demanda y escándalo con los productos
que venden, patrocinaron la investigación, que fue realizada en el
secreto más absoluto y bautizada con el código In Vivo. Séralini
cuenta que la comunicación con sus colaboradores se hizo solo
por correos electrónicos codificados, que evitó hablar por teléfono
y que incluso montaron un estudio paralelo para no levantar
sospechas de las multinacionales y evitar cualquier intervención.

Hasta ahora la mayoría de estudios sobre los OGM no había
demostrado diferencias significativas entre los grupos que los
consumían y los que no. Pero estas investigaciones eran hechas
sobre un periodo más corto, generalmente de tres meses. Además,
según resalta el periódico Le Monde, “casi todos fueron financiados
o hechos por firmas agroquímicas”.

El NK603 es un maíz producido por Monsanto resistente al Round- Up,
el herbicida estrella de la multinacional. Los agricultores que usan este
tipo de maíz pueden tratar sus sembrados con Round-Up sin alterar
sus cultivos.

En Europa, aunque su cultivo aún no esté autorizado, se pueden
importar alimentos que contienen maíz NK603 para los animales como
para los humanos. El cultivo del NK603 está autorizado en 12 países:
Estados Unidos, Argentina, Brasil, Canadá, Japón, Sudáfrica, Filipinas,
Paraguay, Uruguay, El Salvador, Honduras yColombia. En el país hay
varias resoluciones del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) que
autorizan la importación y el cultivo del NK603. Un estudio del Instituto
Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) autorizó
este tipo de maíz para aceite refinado y harina de maíz y como
“materia prima para la producción de alimentos”. (Vea el documento)

Según la página del Isaa (Servicio internacional para la adquisición de
aplicaciones agrobiotecnológicas), una organización que promueve el
uso de OGM, en Colombia hay 26 semillas genéticamente modificadas
que se pueden cultivar. Estas incluyen claveles, algodón, arroz, rosas,
soya, remolacha, trigo, maíz y lino. Colombia es así el cuarto país,
después de México, Brasil y Argentina, donde el cultivo de más
semillas transgénicas está autorizado.

Monsanto, y varios científicos, no tardaron en cuestionar al doctor
Séralini.
Lo acusaron de no ceñirse a los protocolos de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ,que estipula que los
grupos estudiados tienen que ser de 50 ratas y no de 10, de no dar
más detalles sobre las dietas de los roedores y de usar ratas que
desarrollan tumores más fácilmente. En un comunicado resumieron su
argumentación en una frase: “Este estudio no respeta las normas
mínimas requeridas para este tipo de investigación científica”.

En las próximas semanas Séralini lanzará Todos somos conejillos de
indias, un libro en el que relatará los pormenores de su investigación. A
finales de septiembre también saldrá en los cines franceses un
documental que siguió el equipo de Séralini. (Vea un fragmento)

En Francia, el primer ministro Jean Marc Ayrault dijo que defendería la
prohibición de los OGM a nivel europeo si se verificaba su peligro. En
Rusia, el gobierno suspendió la importación de maíz transgénico. Las
autoridades alimentarias europeas, por su parte, van a emprender
nuevos estudios antes de tomar decisiones definitivas. En California,
en el próximo mes de noviembre, los ciudadanos votarán por la
propuesta 37, que obligaría a los productores de alimentos indicar si
sus productos contienen OGM.

El tema promete seguir rondando por meses. Pues es sin duda un
momento trascendental. Como escribió el Nouvel Observateur,
para los transgéncios “la era de las dudas se acaba. El tiempo de la
verdad comienza”.

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