(U24). Narrador, dramaturgo, cineasta y agente cultural en ambos lados del Río de la Plata, afiliado al Partido Comunista y poseedor de una fortuna personal considerable, estimado tanto por Jorge Luis Borges como por Ángel Rama, Enrique Amorim fue amante de García Lorca.
Amorim nació en Salto (Uruguay), el 25/07/1900, hijo de un ganadero adinerado de ascendencia portuguesa.
Durante los años '20, Amorim escribió para la revista izquierdista Los Pensadores y publicó con la imprenta Claridad. Ambas, la revista y la imprenta, estaban asociadas con el grupo izquierdista Boedo.
Casado en 1928 con Esther Haedo, él emprendió un extenso viaje de luna de miel por Europa, donde se interesó por la arquitectura de vanguardia, sobre todo en Suiza y Alemania, y el propio Le Corbusier.
En él se inspiró para diseñar el boceto de la casa Las Nubes, que mandó a construir en su natal Salto, y que convirtió en el epicentro, entre las décadas del '30 y del '50, de un peregrinar de artistas e intelectuales de distintas partes del mundo.
Fue en Las Nubes donde Jorge Luis Borges escribió su cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Donde Nicolás Guillén y Cándido Portinari permanecieron durante un tiempo. Él era frecuentado por Rafael Alberti y Federico García Lorca, Pablo Picasso y Pablo Neruda, con quien terminó muy mal la relación, aparentemente.
También fue novelista, intentando retratar el campo rioplatense.
En 1916 llegó a Ciudad de Buenos Aires, donde inició su producción de poemas y cuentos. Pero su obra más recordada es la novela La carreta (1929), a partir de un cuento de 1923 titulado Las Quitanderas, donde creaba un tipo humano muy especial: mujeres de la vida dedicadas a diversas formas de comercio, inclusive de sí mismas, que atravesando los campos, centralizaban su actividad en una carreta.
En la narrativa de Amorim la desaparición del gaucho ha ido ganando espacio para el surgimiento del paisano.
En 1947, Amorim se unió al Partido Comunista de Uruguay.
Amorim fue investigado por el peruano Santiago Roncagliolo, a pedido de la editorial Grupo Alcalá. La obra se titula El Amante Uruguayo.
Y él, premio Alfaguara 2006, lo presentó como un precisamente ambiguo: comunista pero millonario; homosexual pero casado; uruguayo pero argentino; mal poeta pero mecenas impresionante.
La obra es muy comentada porque abunda en detalles de la relación entre Amorim y Federico García Lorca, incluyendo el relato de que, en 1953, a orillas del río El Salto, en Uruguay, Amorim enterró una pequeña caja blanca, tras un pomposo homenaje, a los pies de una lápida de 5 metros en honor al poeta.
La caja podría contener los restos del poeta sobre cuya sepultura se ha especulado tanto o más que sobre su propia obra.
"(...) Roncagliolo investigó en las memorias inéditas de este personaje, su correspondencia, fotos y filmaciones. Después, las constrató con otras biografías de artistas como Pablo Neruda –a quien Amorim saboteaba para que no le concedieran el premio Nobel-, la de Jorge Luis Borges, los libros del investigador Ian Gibson o entrevistas con la familia de Lorca. Resulta inevitable preguntarle de dónde salió su interés por Amorim: "Fue un encargo de la editorial", responde sin vacilar.
"Siempre me han interesado más los personajes de segunda división, porque creo que a través de ellos se pueden abordar los grandes temas desde la perspectiva de quien hace las fotos", dice Roncagliolo refiriéndose a un episodio de esta biografía en la que Amorim, para distinguir las fotos por él hechas del viaje a Lorca a Buenos Aires del resto, le regaló al autor de Bodas de sangre una camiseta a rayas que Lorca vestiría como gesto inequívoco de que si alguien estaba detrás de aquella imagen era Amorim.
Criado en un entorno pudiente, una pequeña burguesía latinoameircana, Amorim hizo todo lo posible por mantenerse cerca en los círculos literarios y formas parte de ellos. Narra Roncagliolo los romances de Amorim con el premio Nobel Español, Jacinto Benavente, describiéndolo como un frívolo y ambicioso mequetrefe a veces y como un serio y entregado amante de la literatura en otras.
"Creo, firmemente, que Amorim amaba a los artistas y se transformará por completo para poder estar cerca de ellos. Se las ingeniaba para estar en todas las fiestas, para hacer llegar sus libros a todos, para hacer creer a los demás del poder de sus relaciones. Nada de lo que escriba o haga lo hará sin un sentido de la posteridad. En ese aspecto, podemos decir que es el primer inventor del márketing literario", cuenta Roncagliolo. Y en efecto Amorim, llega -muchas a veces a inventarse- reuniones con Sartre, Picasso, Chaplin o Neruda.
“No sabemos si él enterró a García Lorca...Enrique Amorin dejó todos los indicios para que pensemos que él había enterrado los restos de Federico García Lorca dentro de aquella caja del tamaño de un osario, porque sabía que sería una historia que alguien iba a contar, algún día. En este caso me tocó a mí", cuenta el peruano.
Resulta inevitable, sin embargo, hacer dos preguntas sobre esta historia. La primera, ¿era Amorim un cretino o un enamorado? La segunda, ¿narra Roncagliolo esta historia porque sabe que será un éxito ahora que está tan de moda el paradero del cadáver de Lorca?
Sobre la segunda pregunta, Roncagliolo es tajante. "No me interesan las polémicas, pedir que abrieran el osario del Salto le tocaría, en tal caso, a la familia de Lorca". Sobre la primera, ya suaviza el tono el novelista: "Yo creo que son ambas cosas, por un lado Amorim tenía un ego inmenso pero también e scierto que yo creo que amaba a Lorca y esto suponía su último homenaje al poeta".
afiliado al Partido Comunista y poseedor de una fortuna personal considerable, estimado tanto por Jorge Luis Borges como por Ángel Rama, Enrique Amorim fue amante de García Lorca.
Amorim nació en Salto (Uruguay), el 25/07/1900, hijo de un ganadero adinerado de ascendencia portuguesa.
Durante los años '20, Amorim escribió para la revista izquierdista Los Pensadores y publicó con la imprenta Claridad. Ambas, la revista y la imprenta, estaban asociadas con el grupo izquierdista Boedo.
Casado en 1928 con Esther Haedo, él emprendió un extenso viaje de luna de miel por Europa, donde se interesó por la arquitectura de vanguardia, sobre todo en Suiza y Alemania, y el propio Le Corbusier.
En él se inspiró para diseñar el boceto de la casa Las Nubes, que mandó a construir en su natal Salto, y que convirtió en el epicentro, entre las décadas del '30 y del '50, de un peregrinar de artistas e intelectuales de distintas partes del mundo.
Fue en Las Nubes donde Jorge Luis Borges escribió su cuento “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Donde Nicolás Guillén y Cándido Portinari permanecieron durante un tiempo. Él era frecuentado por Rafael Alberti y Federico García Lorca, Pablo Picasso y Pablo Neruda, con quien terminó muy mal la relación, aparentemente.
También fue novelista, intentando retratar el campo rioplatense.
En 1916 llegó a Ciudad de Buenos Aires, donde inició su producción de poemas y cuentos. Pero su obra más recordada es la novela La carreta (1929), a partir de un cuento de 1923 titulado Las Quitanderas, donde creaba un tipo humano muy especial: mujeres de la vida dedicadas a diversas formas de comercio, inclusive de sí mismas, que atravesando los campos, centralizaban su actividad en una carreta.
En la narrativa de Amorim la desaparición del gaucho ha ido ganando espacio para el surgimiento del paisano.
En 1947, Amorim se unió al Partido Comunista de Uruguay.
Amorim fue investigado por el peruano Santiago Roncagliolo, a pedido de la editorial Grupo Alcalá. La obra se titula El Amante Uruguayo.
Y él, premio Alfaguara 2006, lo presentó como un precisamente ambiguo: comunista pero millonario; homosexual pero casado; uruguayo pero argentino; mal poeta pero mecenas impresionante.
La obra es muy comentada porque abunda en detalles de la relación entre Amorim y Federico García Lorca, incluyendo el relato de que, en 1953, a orillas del río El Salto, en Uruguay, Amorim enterró una pequeña caja blanca, tras un pomposo homenaje, a los pies de una lápida de 5 metros en honor al poeta.
La caja podría contener los restos del poeta sobre cuya sepultura se ha especulado tanto o más que sobre su propia obra.
"(...) Roncagliolo investigó en las memorias inéditas de este personaje, su correspondencia, fotos y filmaciones. Después, las constrató con otras biografías de artistas como Pablo Neruda –a quien Amorim saboteaba para que no le concedieran el premio Nobel-, la de Jorge Luis Borges, los libros del investigador Ian Gibson o entrevistas con la familia de Lorca. Resulta inevitable preguntarle de dónde salió su interés por Amorim: "Fue un encargo de la editorial", responde sin vacilar.
"Siempre me han interesado más los personajes de segunda división, porque creo que a través de ellos se pueden abordar los grandes temas desde la perspectiva de quien hace las fotos", dice Roncagliolo refiriéndose a un episodio de esta biografía en la que Amorim, para distinguir las fotos por él hechas del viaje a Lorca a Buenos Aires del resto, le regaló al autor de Bodas de sangre una camiseta a rayas que Lorca vestiría como gesto inequívoco de que si alguien estaba detrás de aquella imagen era Amorim.
Criado en un entorno pudiente, una pequeña burguesía latinoameircana, Amorim hizo todo lo posible por mantenerse cerca en los círculos literarios y formas parte de ellos. Narra Roncagliolo los romances de Amorim con el premio Nobel Español, Jacinto Benavente, describiéndolo como un frívolo y ambicioso mequetrefe a veces y como un serio y entregado amante de la literatura en otras.
"Creo, firmemente, que Amorim amaba a los artistas y se transformará por completo para poder estar cerca de ellos. Se las ingeniaba para estar en todas las fiestas, para hacer llegar sus libros a todos, para hacer creer a los demás del poder de sus relaciones. Nada de lo que escriba o haga lo hará sin un sentido de la posteridad. En ese aspecto, podemos decir que es el primer inventor del márketing literario", cuenta Roncagliolo. Y en efecto Amorim, llega -muchas a veces a inventarse- reuniones con Sartre, Picasso, Chaplin o Neruda.
“No sabemos si él enterró a García Lorca...Enrique Amorin dejó todos los indicios para que pensemos que él había enterrado los restos de Federico García Lorca dentro de aquella caja del tamaño de un osario, porque sabía que sería una historia que alguien iba a contar, algún día. En este caso me tocó a mí", cuenta el peruano.
Resulta inevitable, sin embargo, hacer dos preguntas sobre esta historia. La primera, ¿era Amorim un cretino o un enamorado? La segunda, ¿narra Roncagliolo esta historia porque sabe que será un éxito ahora que está tan de moda el paradero del cadáver de Lorca?
Sobre la segunda pregunta, Roncagliolo es tajante. "No me interesan las polémicas, pedir que abrieran el osario del Salto le tocaría, en tal caso, a la familia de Lorca". Sobre la primera, ya suaviza el tono el novelista: "Yo creo que son ambas cosas, por un lado Amorim tenía un ego inmenso pero también e scierto que yo creo que amaba a Lorca y esto suponía su último homenaje al poeta".
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